sábado, 28 de marzo de 2009

APRENDÍ





APRENDÍ

Aprendí a quererte,
como tierra de secano al regadío
Estriada, hueca, gélida, vacía
Con semillas arrojadas al olvido.
La sed de mi boca, anhelando
el maná de tu rocío.
Aprendí ha soñarte
presa de mis desvaríos
Como sueña el amante con su Luna
O aquel torito bravío;
Que espera orillado al río
A su enamorada Luna.
Aprendí a esperarte
en portales de aventura
Mientras gira la ruleta, en
alas de la fortuna
que me llevó a conocerte entre
claros y penumbras.

Aprendí, a reconocerte
como el viento reconoce un
tiempo desapacible de silbidos
y lamentos que crujen zarandeados
por fantasmas y tormentos.
Aprendí a comprenderte
Entre huidas y silencios, entre
Sabanas vacías, entre carencias
de besos, entre lágrimas quiescentes
Refugio de la pena mía.
Aprendí a enamorarme,
Del amor “que yo querría”
¡Ese que me conquistaba!, que
Penetraba en mis venas hasta
que la sangre ardía
¡Ese! qué en mi provocaba los
Albores de la vida.

Quise aprender a olvidarte
Como se olvida la noche del
día que la precedía, como olvida
el moribundo el aferrarse a la vida
Cuando su aliento profundo suena
Solo a despedida.
Quise aprender a olvidarme
de lo que hube aprendido
De quererte, desearte, comprenderte
Del haberte conocido…
Pero no pude ¡Amor mío!

Bien poco sabe quererte,
Quien te arroja en el olvido
O no tiene sentimientos,
O es que jamás te ha querido.


Raquel Herrero.

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