PERMITA EL DESTINO
Allá, refugiada en un rincón de la memoria
Una imagen, un encuentro
Un pasaje Bíblico de una tal Magdalena
que retuvo como lienzo sagrado
La efigie, la filigrana de aquel maestro
Dios pagano, terrenal, engullido hasta la saciedad
por aquella boca, por aquellas manos.
Misterios sin desvelar, blancos como la blanca paloma
Como la espuma blanca de la mar
Tal vez el Eco de las caracolas, se resista a navegar
y, en el océano profundo de un mar calmo,
engullido por la soledad;
Queden por siempre los versos no entregados
La alegoría, la retórica, la metáfora
y aquella paz
Que dejaron en la orilla los presos condenados
a, no estar libres de pecados, ni arrepentidos de su pecar.
Permita el destino, bifurcar nuevos caminos
Sin rezos, sin oratorias, sin monte calvario
Donde se ha de arrastrar la cruz
Que la tierra del Olivo sea médano
donde se unan sin ira el norte y el sur.
Acá, en este corazón que late, desde siempre
Se guardaron los quilates, las piedras preciosas
y un diamante
Que como el mejor amante, jamás viera la luz
Raquel Herrero
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