INCREPAR DE LA
CONCIENCIA
Veo pasar el
tiempo indiferente
en este tropel
de adversidades
donde se esconden
las verdades
y parecen triunfar
los más cobardes.
Hay un mudo
grito
que martillea en
su yugo
celebérrimo proscrito
Nadie escucha la
fragua
Nadie se acerca
a este fuego oculto de
un eterno rito
Alguna ráfaga de
cordura
penetra en mí
después de tanta
hartura
por seguir al
hombre, al hombre
y sus locuras
¿A dónde queda,
la cura?
¿Dónde, tanta herida,
sana?
Cuando hay veneno
en la sombra
y negrura en
las entrañas
¡Despierta!
estatua de hielo
¡Mezcla de arcilla
y alambre!
Despierta de tu
letargo
Son demasiados los
besos,
los brazos que
no diste a
nadie
Son demasiados los
sueños
que se regaron
con sangre.
Despierta, reo de
la oscura noche
Mañana…,
puede ser que
sea muy tarde.
Raquel Herrero
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