PUNTO Y FINAL
Estás cavando mi tumba.
Labrando el camino
de rosas y
espinas.
Elaborando;
Un encuentro entre
la muerte y
la vida.
Desafiando al crepúsculo.
Dándole fin a
su agonía.
Y está bien;
Que seas tú,
quien labre mi
epitafio
Quién le ponga
flores a la
última palabra
Adiós.
Yo te creé
a mi gusto
y medida.
Yo hice de
ti, la insigne
marioneta.
Yo de tus
hilos manejé
el principio y
el fin
de ésta… subyugante
y viril historieta.
Qué sería de
mí, si las
cuerdas vocales
de un dialecto,
inventado para mí;
No me hubieran
dejado… “malvivir”
Vivir al fin,
en un mundo
del todo equivocado
donde yo, mi
corazón y mi cerebro
creyeron en ti.
Ay, que disloque,
que ebriedad, que
incordura.
Que locura, de esta
necia vanidad
que jura y
perjura
que fui yo, y
que tú fuiste
¡Nuestra razón de
amar!
Se pierden las
palabras,
como las olas
se pierden en
la mar.
Promesas que sin
sentido
daban su alma,
su espíritu, su
cuerpo
de los pies
a la cabeza…
por volar.
El nido, de
pajas y escoria prometido;
No sería nido,
ni cobijo clandestino,
ni sueño siquiera
de poseer un
dueño
con ansias de
amar.
Tienes, cubierta
mi tumba.
Huellas de manos
que extendieron el
ojal.
Alfileres que se
clavaron
en aguda punta.
Lecho donde descansa,
la exigua vitalidad.
Creí que era
temprano
para yacer sin
haberte entregado
la fiel textura
de mi piel…
La finura de
quien ama
de oriente a
poniente.
De noche abrumada
y oscura,
a un azul
de amanecer irreverente.
¡Mirémonos de frente!
Déjame decirte cara
a cara,
que nadie más
que tú
merece el privilegio
de matar lo
que consiente.
Desde siempre
fue una lucha
desigual.
Tú, dices quererme.
Yo, te amo…más.
Raquel Herrero
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