sábado, 9 de noviembre de 2013
VENGO
VENGO
Vengo, de la herencia perdida
De la última generación
que lleva su apellido.
Vengo, de un útero distendido,
donde ya otros pasaron,
dejando lastimaduras
en lo más íntimo de su abrigo.
Y vengo por certeza;
A ser la cara y la cruz
de un tiempo que quedó
como testigo.
A honrar su nombre.
Nombre de mujer
que me entregó la llave
de un caminar sin destino.
“Vivir”…, me dijo
Esa es la senda, ése, el camino.
Y hoy desconozco
si a vivir me obligo,
o cumplo algún pacto
que me atrapa,
hacia lo desconocido.
Si acaso sea la indiferencia,
el motor que ronda mi existir
O, sea este vagar, con la prudencia;
Lamiendo silencios
que no parecen tener fin.
Ya no me pregunto
de dónde vengo.
Ni el porqué de esta lucha
sin sentido.
¡Soy el garante de mi vida!
Pero… ¿qué de la vida obtengo?
Vengo,
De enfrentarme al delirio,
de asumir tanto miedo.
Del dolor que me provoca
que no se comprenda
éste ansia, que, parece perpetuo.
Vengo,
de rogarle a los vientos
determinen, hacia quién y hacia dónde
puedo elevar, amantes;
Estos brazos, tan vacíos.
Raquel Herrero
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