VISITAS INESPERADAS
Visitas inesperadas… Ella
se encontraba en
la casa junto
a su madre
y alguno de
sus hermanos. De
pronto una llamada
a la puerta
de la casa,
le hizo levantarse
del incomodo sillón
y abrir la
puerta. Aparecía de improviso otro
hermano ya emancipado
y felizmente casado.
Ella, su cuñada,
no estaba; sin
embargo el hermano
no llegaba solo…
Uno, dos, tres
jovencitos, casi niños
lo acompañaban. Eran los
hijos de otra
mujer, de la
mujer con la
que el hermano
fiel y feliz,
convivía… a saber
desde cuando ni
porqué. Allí estaba
presentando a una
parte de su
nueva familia.
La madre de
todos, también de
ella, no parecía estar
muy asombrada, ninguna
pregunta, ningún gesto
de acritud, aceptación
total ante aquella
situación anómala.
En esa algarabía,
de nuevo sonaba
el timbre de
la casa que
por cierto hubo
de sonar varias
veces hasta ser
escuchado.
Esta vez sería
la propia Madre,
quien abriera la
puerta y diese
entrada a un
completo desconocido para
ella. Pero lo
dejó pasar…, llegaba
de visita para
ver a su
hija, a Claudia.
Como uno más
de la familia,
se acomodaba en
el sillón, esperando
a que Claudia
apareciera en El
Salón. Mientras lo
hacía, la Dueña
y Señora Madre
preguntaba con cierto
tono entre curioso
y desconfiado… ¿Quién
eres, de dónde
vienes? Llego de
muy lejos Señora...
ya, pero…¿Quién eres?
Soy el Espíritu
Santo…
No se escuchó
ni una palabra
más… Entraba en
el salón Claudia,
avisada por algún
hermano de los que
allí se encontraban.
Al pronto, Claudia
no le reconoció,
habían pasado algunos
años desde su
último encuentro en
el que se
despedían quizás para
siempre. La extrañeza
fue momentánea… Rápidamente
Claudia conoció al
hombre que tanto
hubo significado para
ella en otros
tiempos. Estaba cambiado,
sí, ciertamente cambiado…
Qué haces aquí,
le preguntó ella…y
sin esperar respuesta
le dijo, <vámonos,
salgamos de aquí>
No se cómo
mi Madre no
te ha reconocido,
¿quién le dijiste
que eras?
Una sonrisa iluminó
su rostro ante
la pregunta de
Claudia y seguidamente
llegó la respuesta…Le
dije que era “El Espíritu
Santo”…
Claudia despertó de
su siesta liviana…
Miró a su
alrededor, no había
un alma…tímidamente esbozó
un sonrisa.
Raquel Herrero
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