martes, 1 de mayo de 2018

A veces perderse entre las letras resulta necesario…

No, ya no me llama escribirle al amor en su agonía
en esa súplica perenne, en su constante mentira.
No, ya no me llama el sufrimiento, ni el cruel tormento
padecido por ese lance feroz de aquel que nunca quiso
saber de lealtades ante un inmenso amor.
No seré yo quien desgarre vestiduras, ni voltee esa locura
de amarrar a un Ruiseñor que ante las dudas
dejaste encadenado, pernoctando en su prisión,
agitando sus alas dolorosas, víctimas de una traición.
No, no seré yo quien espere de perdones acerados
que mancillaron nombres sin ninguna compasión.
Las heridas profundas que ya se han desangrado
no permiten la huida, ni el olvido, ni la falsa concesión.
Hay un grito inexplicable, un quejido, un cruel aguijón
clavado en el alma de quien ama, tan solo ama
y tan solo reclamaba un pedacito de amor…
No, ya no me llama describir fidedigna su piel nacarada,
sus senos erectos y, esa almohada humedecida de tanto
deseo y de tanta lágrima.
Ya no me llama ese recorrer los tajos en arroyos nacientes
impregnados de vigilia… noches de lujuria viva y ardiente.
No, ya no me llama ser pasto de las llamas;
ni subir a campanarios rogando escuches mi llamada.
Mil veces perdida en laberintos, mil veces añorada.
Mil veces te hablaron mis ojos, mil veces tu mirar callaba.
He trasformado la jauría de tus nombres
en dársena fortificada, donde solo fondeará mi espejo,
mi cuerpo desnudo y mi alma liberadas.

Raquel Herrero

1 comentario:

  1. Hermoso el poema, como es habitual encontrarlo en ti. Eres un torrente de palabras y de sentimientos; no concibes la vida sin escribir, sin sacarlos fuera, y eso te hace ser la gran escritora que eres.
    Un abrazo, Raquel y gracias por tus visitas a mi rincón de Palabras y silencios.

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