TODAS, MENOS UNA
Soy como el sobrante
De un cántaro que rebosa y se derrama
Después de haber sido gota, óvalo
De cualquier lágrima
Ayer, sin tiempo ni medida;
Fui simiente, fui semilla, fui ramaje
Follaje que encubre
La ciénaga, el estiércol, la podredumbre
Fui pasto en llamas
Tea para avivar esa lumbre
Fui y sigo siendo
La ancianidad de la costumbre
Asumida por el hondo de la herida
Taponando su flujo, su derrumbe
Me asemejo a los dedos trashumantes
Apoyados en el suelo
Viajeros inconstantes qué, cual velero
Viran a favor de cualquier aire
Que no revoque frente a su espejo
Me siento pan enmohecido
Harina de otro costal
Grana verde, espigando el trigo
Migas con leche fresca para mojar
Me siento cauce de otro rio
Tormenta, huracán, bálsamo
Que como viento tranquilo
Acaricia su rostro, su piel, su beldad
Soy la calma y la rebeldía
El manto de las noches de vacío
Cubriendo la desnudez del alba
Rogándole al alma, gire su destino
Soy la que ama, la que perdona
Y olvida, anidando en la memoria
Cada ramo hecho poesía
Desdibujando su filigrana
En un rictus de labios, boca
Color de la grana
Soy erotismo en la piel templada
Fuego en el averno, saciedad colmada
Soy hembra que rebosa
Lujuria sobre tu almohada
Mujer desposada, cadenas ocultas
Alondra libre, de cortas alas
Soy esquiva, diva, dama
Soy el libro de la vida
Donde aun no está escrita
La última palabra.
Raquel Herrero
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