DE CADA SABLE…
Me quedé ciega mirándote a los ojos
palpitando tu latido
Me aferré a tu cuerpo como poseída
sabiendo debías marcharte
pese al dolor sangrante
de tu explicable huida.
Miro obnubilada los espejos
Uno a uno…, tú sigues ahí con tu reflejo
Tan bello, tan noble, tan erguido
que reniego de esa sombra
complemento, doblez falsificado
error en la apertura de tu pecho
Maldigo la hora que indujo tu receso
Maldigo los espectros, que renacen a deshoras
Maldigo la llama que aviva este averno
donde tan solo quedaron brasas
después de arderte la piel
de quemar tu osamenta, de fenecerle
a la brisa, azul, espumosa, marina
después de apagarse la luz
en la penúltima esquina.
Hoy gimen los pilares de la tierra
sus elevados muros, se agrietan
El mundo se derrumba ante unos ojos
de mirada quieta.
Negro azabache colorea el cielo
y una estrella fugaz, se desvanece
El abismo cuadró su envite
y una vieja historia se repite
mientras gira delirante, toda orbita
Mas este mal…, astuto y maldito
no sabe;
Que no está escrito su final
que hay salida del infierno
que a pulso, no nos ganarán
Llegaran alas, blandidas de misterio
Rayos de soles prendidos en flor
Llegarán tiempos, donde hablar de amores
no sean causa de la desolación
¡¡Yérguete hombre!!
que de cada sable que en ti se clavaba
yo hice cruz bendita, ofrenda de amor.
Raquel Herrero
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