DESDE LA SOMBRA
A la sombra de un árbol deshojado
se han posado dos pájaros sin alas
Llovía entre sus ramas;
Llovía
en el espasmo de un latido acelerado.
El furtivo cazador
Quizá de pronto fuera el cazado
Escuchaba el canto del ruiseñor
¡Ay!, ruiseñor
Tu melodía me ha desarmado.
Si yo pudiera desafilar el filo
de ese viento que te corta y arrastra
Si yo pudiera;
Ser el nido de tu alma desolada.
Me buscas, me dices, me llamas
y el clamor de tu boca
en mi boca se derrama.
Quisiera ser ave nocturna
y por el día;
La silente caricia que acompaña.
Es tan bello ese cisne
que insuficiente navega los pantanos
Su mirada se cristaliza
y la mía, reprime su reclamo.
Hay una luna de plata
y un juramento elevado
Ave, que el ave te otorga
ser huésped para siempre
en éste, su corazón;
Qué por ti
se ha enarbolado.
Raquel Herrero
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