lunes, 7 de abril de 2014
FENÓMENO  PSÍCOSOCIAL
 
El  Género  humano,  racional  e  inteligente  por  Naturaleza.  Así  estamos  catalogados  los  seres  vivos.  Hombres  y  mujeres  cuya  capacidad  personal  supera  al  resto. Sin  embargo  nacemos  torpes,  vulnerables,  incapaces  de  sobrevivir  sin  el  apoyo  de  manos  adultas.  Madre,  Padre,  Hermanos,…  Solo  el  llanto  se  alinea  con  nuestra  innata  debilidad  para  reclamar  una  atención  que  no  sabemos  explicar.  El  hambre,  el  frio,  el  calor,  la  enfermedad,  inclusive  la  tristeza,  el  miedo,  la  soledad…son  sensaciones,  necesidades,  sentimientos  que  escapan  a  nuestro  control  sin  esa  ayuda  de  aquellos  que  llamamos  progenitores.
Cualquier  animal  “irracional”  es  capaz  al  poco  de  nacer,  de  ponerse  en  pie  y  casi  de  forma  inmediata  buscar  su  alimento  en  el  pecho  materno  y  abrigo  y  protección  entre  ese  cuerpo  que  acaba  de  conocer,  pero  reconoce,  como  su  protector  y  aliado  en  sus  primeros  meses  de  vida.  En  esto  nos  ganan,  su  proceso  cognitivo  es  superior  al  nuestro.
El  niño,  el  bebé,  moriría  al  poco  tiempo  si  no tuviera  o  tuviese,  esas  manos  amorosas  para  proporcionarle  todo  aquello  que  no  es  capaz  de  conseguir  por  propios  medios.  Y  así  será  durante  años,  cuando  al  convertirnos  en  adultos  nos  emancipamos  y  caminamos  por  la  vida  a  libre  albedrio.  ¿O,  quizás  esto,  tampoco  sea  del  todo  cierto?
¿Hasta  dónde  somos  capaces  de  pensar  y  de  actuar  por  nosotros  mismos,  sin  ser  influenciados  por  el  entorno?
Cómo  es  posible  qué,  en  un  momento  dado,  un  grupo  de  gentes  que  no  conocemos  personalmente,  que  probablemente  no  llegaremos  a  conocerlos  nunca  y  mucho menos  a  intimar,  salvo  honrosas  excepciones.  Personas  que  además  en  un  breve  espacio  de  tiempo  desaparecerán  de  nuestras  vidas  o  de  nuestro  entorno  cercano  con  la  loable  y  sana  intención  de  continuar  su  vida (sin  nuestra  presencia).  Me  pregunto,  cómo  es  posible  que  dichas  personas  ejerzan  sobre  nosotros  un  poder  tan  absoluto;  al  punto  de  manejar  los  hilos  de  nuestra  propia  existencia.  Ellos,  dictan  las  normas  a  seguir.  Indican  cual  debe  de  ser  nuestra  conducta,  deciden  qué  trabajos  realizamos  y  el  salario  que  recibiremos  por  ello.  Deciden,  cual  será  nuestra  escuela,  nuestra  Universidad.  Que  temas  o  materias  estudiaremos  obligatoriamente  y  cómo  no,  decidirán  si  estamos  o  no  capacitados  para  obtener  un  título  que  nos  avale  más  adelante.
Este  grupo  de  personas,  cuyos  nombres  y  apellidos  en  muchas  ocasiones  desconocemos.  Deciden  nuestros  derechos  en  algo  tan  básico  cómo  imprescindible,  la  Salud.  Nos  eligen,  hospitales,  médicos  y  medicamentos  y  que  clase  de  atención  recibiremos  en  caso  de  necesitarlo. 
Deciden  también  cuándo  y  cómo  tendremos  acceso  a  una  vivienda  en  propiedad  o  alquiler.    
Pero  aun  llegan  más  lejos,  mucho  más.  Deciden  aspectos  tan  íntimos  o  personales,  como  lo  son:  La  religión,  el  uso  que  das  a  tu  cuerpo,  con  quién  o  con  quién  no,  debes  de  establecer  una  relación  de  pareja.  Deciden  si  usas  o  no  medios  anticonceptivos  y  en  el  caso  de  las  mujeres;  ellos  deciden  si  llevas  adelante  o  no,  tu  embarazo.
Podríamos  alargarnos  más  en  este  estudio  o  ensayo  psicosocial  que  pone  un  poco  entre  dicho  la  libertad  de  la  que  presume  el  género  humano  para  decidir  por  si  mismo  “el  guion”,  meta,  camino  y  desenlace  de  su  paso  por  la  vida.
 
Raquel  Herrero
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