viernes, 28 de febrero de 2014
CÓMO...
CÓMO…
¿Cómo se apaga la tristeza?
Esa brasa combustible
que perdura y permanece
robándome la alegría.
¿Cómo se cura ésta herida?
Tan sangrante, tan honda, tan vieja
que le hace escocer al alma
y arrogante, dice que se queda.
¿De qué nos sirve tanta lucha?
Tanta permanencia de clausura,
tanta locura, tanta muerte,
tanta justificación inerte
en sordos oídos que fustigan la suerte.
¿De qué lado oscuro
es el tributo a pagar
por ser sencillamente complaciente?
¿Qué Dioses paganos, se asoman
y aplauden, mientras apuñalan
un gesto irreverente?
Si no hemos de rendirle cuentas
a ese ser que dicen Omnipotente
Porqué la cruz se nos clava…
Por qué, heridos de muerte
salimos a la batalla
sin escudo, sin lanzas, sin trueque.
Nunca entenderé a este mundo
que de manera prominente
sedujo en halagos
la semilla de otro vientre
y de pronto,
como si de un espectro se tratara
le negaron el agua, la savia de la vida,
su permanencia, su margen de río,
su afluencia.
Le negaron, existir
fuera de toda norma que ellos impusieran.
Vivir, morir, ambas fueron siempre;
Mi quimera.
Raquel Herrero
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