CÓMO…
¿Cómo  se  apaga  la  tristeza?
Esa  brasa  combustible
que  perdura  y  permanece
robándome  la  alegría.
¿Cómo  se  cura  ésta  herida?
Tan  sangrante,  tan  honda,  tan  vieja
que  le  hace  escocer  al  alma
y  arrogante,  dice  que  se  queda.
¿De  qué  nos  sirve  tanta  lucha?
Tanta  permanencia  de  clausura,
tanta  locura,  tanta  muerte,
tanta  justificación  inerte
en  sordos  oídos  que  fustigan  la  suerte.
¿De  qué  lado  oscuro
es  el tributo  a  pagar
por  ser  sencillamente  complaciente?
¿Qué  Dioses  paganos,  se  asoman
y  aplauden,    mientras  apuñalan
un  gesto  irreverente?
Si  no  hemos  de  rendirle  cuentas
a  ese  ser  que  dicen  Omnipotente
Porqué  la  cruz  se  nos  clava…
Por  qué,  heridos  de  muerte
salimos  a  la  batalla
sin  escudo,  sin  lanzas,  sin  trueque.
Nunca  entenderé  a  este  mundo
que  de  manera  prominente
sedujo  en  halagos
la  semilla  de  otro  vientre
y  de  pronto,
como  si  de  un  espectro  se  tratara
le  negaron  el  agua,  la  savia  de  la  vida,
su  permanencia,  su  margen  de  río,
su  afluencia.
Le  negaron,  existir
fuera  de  toda  norma  que  ellos  impusieran.
Vivir,  morir,  ambas  fueron  siempre;
Mi  quimera.
Raquel  Herrero
viernes, 28 de febrero de 2014
CÓMO...
CÓMO…
¿Cómo  se  apaga  la  tristeza?
Esa  brasa  combustible
que  perdura  y  permanece
robándome  la  alegría.
¿Cómo  se  cura  ésta  herida?
Tan  sangrante,  tan  honda,  tan  vieja
que  le  hace  escocer  al  alma
y  arrogante,  dice  que  se  queda.
¿De  qué  nos  sirve  tanta  lucha?
Tanta  permanencia  de  clausura,
tanta  locura,  tanta  muerte,
tanta  justificación  inerte
en  sordos  oídos  que  fustigan  la  suerte.
¿De  qué  lado  oscuro
es  el tributo  a  pagar
por  ser  sencillamente  complaciente?
¿Qué  Dioses  paganos,  se  asoman
y  aplauden,    mientras  apuñalan
un  gesto  irreverente?
Si  no  hemos  de  rendirle  cuentas
a  ese  ser  que  dicen  Omnipotente
Porqué  la  cruz  se  nos  clava…
Por  qué,  heridos  de  muerte
salimos  a  la  batalla
sin  escudo,  sin  lanzas,  sin  trueque.
Nunca  entenderé  a  este  mundo
que  de  manera  prominente
sedujo  en  halagos
la  semilla  de  otro  vientre
y  de  pronto,
como  si  de  un  espectro  se  tratara
le  negaron  el  agua,  la  savia  de  la  vida,
su  permanencia,  su  margen  de  río,
su  afluencia.
Le  negaron,  existir
fuera  de  toda  norma  que  ellos  impusieran.
Vivir,  morir,  ambas  fueron  siempre;
Mi  quimera.
Raquel  Herrero
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