JUNCO, MARTILLO Y FLOR
Me resulta inevitable
Es necesario te cuente, mi necesidad de voz
No comprender, como sin ti, cada día, vida
Cada día, resulta soportable
Cuando se bien, que nada es fácil en este devenir
Me pediste que me llene de oxígeno, de aire
Qué, descontamine un maltrecho corazón
Que procure, retomar la cordura
Y en el fondo de todo; ser feliz como la flor
Te obedezco, fiel a mi fidelidad
Me contengo,
Ni una sola de tanta lágrima
Has de verme derramar
Debieras de saber, como duelen los silencios
Esta falta plena de libertad, los recuerdos
De aquellas manos que no hace tanto
Eran caricias suaves, tacto, roce…
Y lo que yo creía un cariño sin igual
Hoy, contengo mi respiración, observo y me reservo
La ingrata sensación de imaginar
Que entre nosotros, hubo siempre una barrera infranqueable
Que a base de martillo y flor, mantuvimos aquello
Que de querer explicarlo; no creo, comprendiera nadie
Yo, soy dúctil, maleable. Tú, eres junco,
Aferrado en un lago de arenas movedizas
Y sin embargo, junco anclado,
Que de no ser por el viento,
Viento valiente, sutil, descarado…
No movería, ni uno solo de sus ramajes bifurcados
En ese terreno, húmedo, baldío y pantanoso
Pero su hogar al fin… no hay cabida
Para quien tanto te ha querido.
Te reprocho sin maldad, añorando
Lo volátil, lo espontáneo, o quizá lo predecible
Lo meditado, cada palabra estudiada, sin temor, sin cuidado
Para no dañar, este músculo sangrante
Que vaga errante por caminos olvidados
La fuerza de la fe, quebrará mis huesos
Cuando regrese, a la conciencia abrupta
De este amor, que de tanto grito
Solo su mudez ha conquistado.
Raquel Herrero
No hay comentarios:
Publicar un comentario