CLAMOR DE LA TARDE
Hay una cierta tristeza en mi memoria
y los versos, de conseguir despegar
lo harían a contraviento de las olas
Hoy, en algún lugar
se ha quedado perdido mi capitán
el que refuerza mis horas
el que vela, e iza esta vela para
que mi barca de gastados remos
no deje de navegar.
En una tarde, macilenta y solariega
siento vencidos, valores que se empeñan
en elevar razones tras pendientes venideras
u otras, que desde que el mundo es mundo
se apropiaron de pendientes traicioneras
donde a cada paso, otro paso subversivo pisotea.
En esta guerra en calma
que por minutos mi alma desasosiega
queda interino el tributo
que ignoro por qué, he de pagar a la tierra.
Siento debilitada mi prestancia
Mi castillo de sueños, derruido, en quiebra.
No me alcanza la luz de los ojos
para cegar al bruto que ahonda en la tristeza.
Quise salir, volar, huir…
De este cuerpo mío, que me mantiene presa
Quise llegar, al justo reparto de una justicia
que por justiciera, no mira al hombre como hombre
y a la rotura de sus bolsillos
le hace zurcidos con hilo de piedra.
No, no es la desidia mi compañera
sino esta artera soledad que todo puebla
El silencio de las horas y su voz y su mirar
que en verdad ignoro, si esperarme quieran.
No sé tan siquiera
Si he de conseguir llegar
A sorber la lágrima, a quemar la espuela
A, ahogar ese grito que escucho maldito
tras de cada puerta.
Dicen, que las paredes oyen;
Más este abril de primavera
Me mantiene muda, sorda y ciega.
Ay, “poetisa lastimada y lastimera”
Tus versos claman por vivir otra quimera.
Raquel Herrero