ABISMO Y NECEDAD
A ti,
que caminas como
ebrio entre las
sombras.
Cabizbajo,
suplicante, adolorido, intransmutable.
A ti,
que dejaste bajo
la suela las
heridas de los
otros
sin apenas siquiera
notar la pena
de haber perdido
un tiempo tan leal.
A ti,
que imaginas ser
la unicidad de
los temblores.
Ser el óseo
elemento donde acaban
y comienzan
el dolor y
los rencores.
A ti,
protagonista de las
más bajas acciones;
Consumista de un
mundo que ya
sin emociones
causa la ruptura entre
delirio y locura,
negándole al instinto
febril toda cábala
que aun se posicione.
A ti,
cuyo orgullo te
arrastra a las
tinieblas,
a esa justiciera
soledad que ha
sido impuesta
por un necio
sentido de valentía
falaz.
¡Ni un paso
atrás!
Así muera en
mi sutil majadería
y encuentre
mi nombre en
la solapa de
un disfraz.
Así van tus
pasos por la
vida… explayada de mentiras
que aun perduran
en ti, como
verdad.
A ti,
que me rompes
el alma, que
me humillas
que pretendes no
vea la luz,
tras esa oscuridad.
A ti,
que lástimas mi
credo y embargas
mi ego
queriendo
destruir mi nacida
humanidad.
A ti te
digo:
Dejo en este
pliego, esta lástima
veraz.
No te condeno,
ni te juzgo,
ni de ti
reniego
El cuerpo enfermo
puede sanar…
Y es así
que lo siento
y, presiento
estar al borde
de un abismo
que no me
engullirá.
Raquel Herrero